En este ejercicio de análisis de datos, hemos observado la relevancia de categorizar adecuadamente las evaluaciones vinculadas a Derechos Sexuales y Reproductivos (DSDR). Esta categorización es crucial, dado que las evaluaciones relacionadas con los DSDR presentan un espectro de acciones que requieren un enfoque específico, diferenciándose de otras evaluaciones clínicas que suelen ser homogeneizadas. La falta de distinción en el análisis de estos datos puede llevar a una invisibilización de las problemáticas específicas y a una menor comprensión de las violencias sufridas por las mujeres jóvenes.
La investigación se basa en el análisis de datos abiertos obtenidos mediante una solicitud de acceso a información pública al INACIF. Estos datos, recogidos como parte de peritajes forenses, se subdividen en seis categorías de análisis, que permiten identificar diferentes tipos de violaciones a los DSDR:
1. Aborto: Se examinan los casos de abortos espontáneos y provocados, buscando comprender cuántos de estos han sido registrados por el INACIF como delitos, y en qué áreas geográficas se concentran.
2. Maltrato Físico: Se identifican los casos de maltrato físico registrados, considerando su impacto en la integridad de las mujeres jóvenes y su relación con la coacción y control de sus cuerpos.
3. Delito Sexual: Se analiza el número de evaluaciones clínicas relacionadas con delitos sexuales, considerando el rango de edad y la distribución geográfica.
4. Toma de Muestras de Alerta Alba Keneth e Isabel Claudina: Se examinan los casos donde se han tomado muestras de mujeres localizadas a través de estas alertas, para determinar posibles violaciones sexuales.
5. Intoxicaciones: Se estudian los casos de intoxicaciones por drogas, sustancias tóxicas y narcóticos, interpretándolos como posibles intentos de asesinato o consumación de delitos sexuales.
6. Embarazos: Se analizan los embarazos registrados por el INACIF, que son considerados parte de un delito o como agravantes de otros delitos, en el contexto de la violación de DSDR.
Los datos analizados revelan que los departamentos con el mayor número de evaluaciones vinculadas a los DSDR son Petén, con 8,084 evaluaciones, y Sololá, con 5,703 evaluaciones. En ambos casos, las evaluaciones se concentran principalmente en maltrato físico y delitos sexuales. Este patrón sugiere una alta incidencia de estos tipos de violencia en estas regiones, lo que podría reflejar la prevalencia de estos delitos.
En el análisis de los datos clínicos, una de las dimensiones exploradas ha sido la distribución de las evaluaciones según las diferentes etapas de vida de las mujeres. El objetivo de este enfoque es identificar en qué grupo etáreo se concentran la mayoría de las evaluaciones y comprender las implicaciones de esta distribución para la protección de los derechos.
Las etapas de vida consideradas en este análisis son:
- Infancia: Esta etapa abarca desde el nacimiento hasta aproximadamente los 9 años. En este grupo etario, las evaluaciones clínicas tienden a centrarse en casos de maltrato físico y abuso sexual, aunque la frecuencia de evaluaciones en esta etapa suele ser menor en comparación con las etapas posteriores.
- Adolescencia: Comprende desde los 10 hasta los 19 años. Esta etapa es crítica debido a los cambios físicos y emocionales que experimentan los jóvenes. Los datos muestran que una alta proporción de evaluaciones clínicas relacionadas con delitos sexuales y maltrato físico se concentran en este grupo. Además, las evaluaciones relacionadas con embarazos y abortos también son prominentes en este grupo etario, indicando una vulnerabilidad específica durante la adolescencia.
- Adultez Temprana: Se refiere a los individuos entre 20 y 35 años. En esta etapa, la frecuencia de evaluaciones relacionadas con maltrato físico y delitos sexuales sigue siendo alta, pero las evaluaciones se distribuyen de manera diferente en comparación con la adolescencia. Las mujeres en esta etapa también pueden enfrentar una mayor incidencia de violencia de pareja y otros tipos de abusos.
- Adultez Media: Incluye a personas entre 36 y 55 años. Aunque esta etapa no ha sido el enfoque principal en el análisis actual, es relevante para comprender la evolución de las violencias relacionadas con los DSDR a lo largo de la vida. Las evaluaciones en esta etapa tienden a reflejar un menor número de casos en comparación con la adolescencia y la adultez temprana.
El análisis revela que la mayoría de las evaluaciones clínicas vinculadas a los DSDR se realizan en la etapa de la adolescencia. Este hallazgo resalta la alta vulnerabilidad de las jóvenes en esta etapa crucial de su desarrollo. La prevalencia de evaluaciones en adolescentes muestra una mayor incidencia de violencias como el maltrato físico y los delitos sexuales.
Las etapas de vida no solo proporcionan una estructura para entender la distribución de las evaluaciones, sino que también permiten identificar patrones que pueden informar sobre la eficacia de las intervenciones y la necesidad de enfoques especializados en cada etapa de desarrollo. Reconocer y abordar las diferentes formas de violencia en cada etapa de la vida es esencial para una respuesta integral y efectiva en la protección de los derechos sexuales y reproductivos.
Un hallazgo destacado es que la evaluación clínica más frecuente dentro del conjunto de datos es la relacionada con delitos sexuales, habiéndose realizado un total de 49,461 veces. Es particularmente relevante que el 60.54% de estas evaluaciones se realizaron a mujeres adolescentes, lo que pone en evidencia que las jóvenes son las principales víctimas en este ámbito. Las evaluaciones por maltrato físico siguen en frecuencia, principalmente afectando a mujeres en la etapa de adultez temprana. Además, las evaluaciones relacionadas con embarazos y abortos se concentraron mayoritariamente en adolescentes, lo que resalta la vulnerabilidad de este grupo etario.
Estos datos subrayan la importancia de enfocarnos en las mujeres jóvenes como sujetas políticas en el análisis de los DSDR, pensando a estas como mujeres entre los 13 y los 35 años que más que pertenecer a un grupo etario también se presentan como un grupo que es atravesado por desigualdades y violencias que tienen cargas no solo machistas, sino que también conllevan cargas adultocéntricas. La alta frecuencia de evaluaciones clínicas en este grupo no es una coincidencia, sino una indicación clara de cómo las mujeres jóvenes son las principales víctimas dentro de un sistema que a menudo no reconoce la relevancia de su condición y la relación con los delitos relacionados con los DSDR.
Finalmente, es esencial resaltar la necesidad de datos desagregados para identificar de manera precisa a las mujeres jóvenes que podrían ser titulares de derechos específicos, como mujeres con discapacidad, mujeres LBT, migrantes, entre otras. La falta de desagregación en los datos impide una comprensión completa de las necesidades específicas de estos grupos que respondan a sus realidades particulares.
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