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Femicidio e Impunidad en Guatemala: Una cronología de la incertidumbre

Texto por: Daniel de León y Andina Ayala.
Aportes técnicos: Karla Campos

Durante el año 2020 en Guatemala se registraron 151 casos de femicidio, entre ellos el de Pamela Molina Barrios, una joven llena de ilusiones y proyectos que ahora es parte de una de las estadísticas más inquietantes del Ministerio Público -MP-.

Una mañana, Pamela Molina salió de su colonia hacia la municipalidad para gestionar su boleto de ornato, este es un arbitrio que usan los gobiernos municipales para hacer obras sociales y es un requisito que se incluye normalmente en las solicitudes de trabajo o trámites académicos.

Tal vez su tragedia fue que le tocó vivir en uno de los sitios más peligrosos del país, Villa Nueva. Este es el tercer municipio más poblado del departamento de Guatemala, la expansión demográfica no planificada y el desempleo son dos de los múltiples factores que incrementan la criminalidad y la violencia en el área.

La delincuencia afecta a hombres y mujeres. Según el Ministerio de Gobernación, en el año 2020 fueron registrados 211 homicidios, 160 personas heridas en hechos violentos, 42 robos a residencias, 19 robos a comercios, 163 vehículos y 156 motocicletas robados, 29 peatones asaltados en diferentes horas del día. Hubo 20 denuncias por delitos sexuales y 19 denuncias por violencia intrafamiliar, no obstante, ninguna institución parece obtener resultados efectivos para cambiar estas condiciones.

Año con año, a medida que las cifras suben, se normaliza la violencia, donde las personas salen de su casa, pero no saben si regresarán. A un año de su femicidio, narramos la historia del femicidio de Pamela y los momentos de incertidumbre y angustia de su madre, para dejar registro en la memoria colectiva que las vidas de las mujeres importan y para exigir a las autoridades medidas y acciones inmediatas desde el momento en que se reporta la desaparición de mujeres.

3 de diciembre 2020
Ni siquiera en el día es seguro salir

Cuatro de la tarde, el día transcurría con normalidad, generalmente a esta hora ya nos hemos comunicado por mensajes de texto, pienso que es extraño que mi hija no haya regresado a la casa y lo más extraño es que no se haya comunicado conmigo.

Desde que volvió a vivir en este hogar somos más unidas, sin embargo, desde la mañana no sabemos nada de Pamela en esta casa.

Le pregunto a mi otra hija si sabe algo de su hermana, ella me responde que le escribió a las 11:30 de la mañana para preguntar a qué hora volvería yo a la casa. No respondió. Mi hija le escribió de nuevo a las 11: 45 y ya no apareció conectada.

Sacar un boleto de ornato no debe de ser tan tardado, pienso, -ese fue el trámite que mi hija salió a hacer a las 10 de la mañana-. Veo el reloj, la espero un momento más para comer algo juntas, quizás venga en camino y su teléfono se quedó sin carga…

El teléfono manda automáticamente a buzón, el lugar donde vivimos es una isla rodeada de los sectores más violentos del país, la violencia, los asesinatos, las violaciones se han vuelto parte de la cotidianidad, somos bombardeados por estos hechos en redes sociales y noticias, al recordarlo empiezo a preocuparme por la ausencia de mi hija.

Seis de la tarde. Pamela tiene 26 años, pienso que puede que haya salido con sus amigas. Recuerdo que hace poco mi hija me mencionó que pensaba reunirse con una amiga de su promoción de colegio. Esa idea me debería de dejar un poco más tranquila, pero ya son más de 6 horas y no he sabido nada de ella.

El tiempo pasa y sigo esperando, son las nueve de la noche. No sé nada de Pamela, la he llamado repetidas veces, intento una última… no hay respuesta, a esta hora ya sé que algo no está bien, Pamela siempre contesta. Mi esposo trabaja en el interior del país, no lo preocuparé aún, esperaré para avisarle.

Según datos del Grupo de Apoyo Mutuo, en 17 años han desaparecido más de 22 mil mujeres en Guatemala, las que más desaparecen son menores de edad entre 12 y 17 años de edad, en un segundo lugar se encuentran las mujeres adultas de 18 a 25 años y en tercer lugar las de 26 a 35 años de edad.

4 de diciembre 2020
No fue la batería del teléfono

Pasé una noche terrible, son las 6:30 de la mañana. A estas alturas sé que no fue la batería del teléfono, ella hubiera buscado la forma de avisar, aun así, estoy pendiente de que suene mi celular, intento llamar a Pamela de un teléfono público, no hay respuesta.

Llamo a mi esposo. aunque soy positiva, la espina de la duda sobre si algo le pasó a mi hija empieza a dejar marca como una herida en la piel, que duele cada vez más y más. Mi esposo contesta, sin tener idea de lo que maquina mi mente. Me habla normal, -de hecho, yo hasta hace un minuto, aunque estaba preocupada, no había notado la zozobra en mi cuerpo-. Le explico que la nena no está y que no contesta, el tono de mi voz cambia y yo misma siento la angustia en mi voz, angustia que ninguna madre debería de pasar.

Luego de contarle a mi esposo que llevo un día sin saber nada de nuestra hija, le pregunto, ¿Qué deberíamos hacer? aunque más que pregunta sugiero que deberíamos denunciar su desaparición. Él me escucha, dice que lo espere y que iremos juntos.

5 de la tarde, acaba de venir mi esposo, casi de inmediato salimos de la casa y nos dirigimos a la zona uno, a Gerona, a poner la denuncia de la desaparición en el Ministerio Público (MP). Llegar nos tomó más de hora y media de camino. Al fin llegamos, me siento muy preocupada, aun sin llorar, espero.

Por el tema de COVID-19 solo le permiten ingreso a mi esposo. Le toman una muestra de sangre para comparar con cuerpos que hayan llegado al Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF). Se activa la alerta Isabel Claudina y la tortura de la espera por noticias de mi hija apenas comienza…

5 de diciembre 2020
Amarga espera

Han pasado más de 48 horas desde la desaparición de mi hija y aún no se nada de ella, veo en redes sociales la alerta del Ministerio Público sobre su desaparición. Nunca pensé pasar esta situación, es como estar en una terrible lotería. Las reacciones y comentarios en la publicación de la desaparición de mi hija son variadas. Hay comentarios realmente tontos haciendo referencia al lugar en donde aparecerá con su pareja, nadie que no esté en esta situación puede tener una remota idea de la impotencia de esperar que las instituciones actúen.

De nuevo anocheció no sé sabe nada más de ella, sigue desaparecida. Dormir no es una opción en esta situación, simplemente hay momentos en los que mi cuerpo no soporta el cansancio, ahí es que logro dormir.

No puedo comer, es la angustia la que ha llenado mi mente y mi apetito. Pienso que si tengo sed tomo un vaso de agua, si tengo frío por la noche busco abrigo, pero ¿y mi hija? ¿Tendrá hambre? ¿Tendrá sed? ¿Tendrá frío? No puedo estar en una cama si quizás ella esté en el suelo…

6 de diciembre 2020

Ya van 3 días desde la desaparición de mi hija, preguntamos por ella en hospitales, en la policía, incluso con mucho miedo preguntamos en el INACIF, ¡Nada! no hay noticias de ella.

No sé qué pensar, no sé si es bueno que no esté en ninguno de estos lugares, al menos me deja la esperanza de que puede estar bien, puede que sea un secuestro y pidan dinero a cambio, muchas situaciones pasan por mi cabeza en este momento.

Llamo a sus amigas para ver si saben algo de ella, de momento nada; llamo a nuestros familiares, nadie sabe nada. Nunca falta quien haga el comentario “con el novio debe de andar y usted preocupada”. Incluso el investigador del MP asignado al caso, piensa que ella se fue por voluntad propia.

En estos días hemos salido familiares y amigos a buscar a Pamela en los alrededores de la colonia en donde vivimos, Pamela tiene una perrita, Daysi, la sacamos para ver si nos puede orientar sobre su paradero. Noto que la actitud de la perrita ha cambiado: camina decaída, retraída, no se le ve cómo suele comportarse. Probablemente porque la extraña.

10 de diciembre de 2020
Cada día es peor que el anterior

Hoy se cumple una semana desde que no se nada de mi hija, hay algunos registros que me dejan la sangre fría, por ejemplo, el hecho de que en promedio se activan 4 alertas de desaparición de mujeres al día.

Datos según Informe de violencia contra la mujer GAM, 25/11/2021

Anímicamente trato de ser fuerte, aunque la ausencia e incertidumbre sobre la desaparición de un familiar, me hace pensar y sentir que cada día es peor que el anterior. Los días se van lentamente, estoy convencida de que no se fugó y trato de mantener la esperanza de reencontrarme con ella.

Esta situación me impide poner atención a mis otros hijos y me hace sentir culpable, tampoco estoy al cien por ciento con los asuntos de la casa, estoy fuera de mí, paso pendiente del teléfono y en los momentos de respiro me doy cuenta que mi vida transcurre en automático.

18 de diciembre 2020

Pasaron 2 semanas desde su desaparición, seguimos preguntando por ella en hospitales y en la policía.

Mi hermana ha venido a quedarse con nosotros para darme ánimo y consuelo. Está de cumpleaños, cae la noche y lo celebramos en la casa con un pastel, me siento partida por la mitad, tal vez no debería festejar nada hasta que Pamela aparezca.

Suena el teléfono de mi esposo -mi corazón se paraliza-… él se levanta de la mesa. No necesito saber más. Su mirada, sus gestos me lo han confirmado. Algo pasó, pero necesito la confirmación, escucho las palabras que había temido, ¡Me arrebataron a mi hija! ¡Alguien cobardemente me la quitó!

Hasta ese momento no me había permitido llorar, el festejo se volvió duelo, en mi mente pasaron recuerdos de Pamela. Los sueños que tenía, cuando se graduó de Maestra de Educación Primaria y el negocio en línea que acababa de iniciar. Su cabello y ojos color negro, su mirada llena de vida y su sonrisa, nunca más estará conmigo. No puedo dejar de llorar.


Días atrás nos habían comunicado que el cuerpo de Pamela no estaba en el INACIF, pero mi cuñada pidió ver los cuerpos sin identificar. Había una chica que coincidía con la complexión y estatura de mi hija, pero las señales de tortura no permitieron que se pudiera reconocer de forma inmediata, mi cuñada nota un tatuaje en el que se leía la palabra “Faith” que es fe en español, llama a mi otra hija para confirmar si Pamela tenía un tatuaje y así fue como supimos que ella estaba allí desde el 5 de diciembre.

El INACIF no procesó la muestra de sangre que mi esposo dejó para saber si había una coincidencia con los cuerpos sin identificar. Como familia, pasamos trece días de angustia e incertidumbre porque alguien no hizo una prueba de ADN. ¡No lo hicieron!

Para nuestra familia esta situación era impensable, ha sido muy difícil aceptar que ella ya no está. Es muy aterrador imaginar a un ser humano actuar con tanta saña contra otro ser humano, contra una mujer, una joven, ¡mi nena! ¡necesito justicia! ¡exijo justicia! No quiero que el caso quede impune.

Cuando buscábamos a Pamela, recuerdo la forma en que Daysi, su perrita, caminaba, recuerdo que la angustia de no ver a su dueña se reflejaba en su cara, llevaba la cola entre las patas todo el tiempo, dejó de ser la perrita alegre que era y pienso, ¿Cómo es posible que un perro tenga más corazón que quienes le hicieron daño a mi hija?

Repito y pienso que yo no debería de estar aquí, aún me recrimino por no haber acompañado a mi hija en el sufrimiento de su tortura, ella desapareció el 3 de diciembre y se cree que fue asesinada dos días después. Debí haber estado con ella, no me hubiera importado morir sabiendo que era por mi hija.

Noviembre del 2021
A un año de su femicidio

Ha pasado casi un año desde la desaparición y muerte de Pamela, sigo exigiendo justicia para mi hija, sigo con el temor de pensar que hay alguien en la calle que le hizo esto a mi nena. Cada día que esa persona esté en libertad, puede significar el último día de otra mujer.

¿Qué pasa con las investigaciones de femicidios en Guatemala?

Después de casi 365 días, las investigaciones del Ministerio Público, no arrojan mayor información, se tienen sospechas, aunque nada concreto.

Uno de los factores que permitieron que el caso siga impune fue la lentitud del actuar tanto de INACIF como del MP y la falta de comunicación entre estas dependencias al momento de cotejar datos de víctimas de femicidios para identificar a las mujeres.

La prueba de sangre que le tomaron al padre de Pamela, nunca se cotejó con una prueba realizada al cuerpo de ella, De hecho, al cuerpo de Pamela nunca le hicieron este tipo de pruebas, esto no permitió identificar el cuerpo en un tiempo oportuno para la investigación lo cual provocó que ésta iniciara 13 o más días después de haber sido encontrada.

Revisar cámaras de los lugares aledaños al lugar donde desapareció Pamela y el lugar en donde su cuerpo sin vida fue encontrado era importante para tener indicios relacionados a lo sucedido con su desaparición. Las fiscales encargadas del caso refirieron que las cámaras de estos lugares solo guardan video de los últimos 10 días, esto provocó que cuando se requirieron las grabaciones de estas ya no se encontraron registros de los días claves para la investigación.

La falta de comunicación entre estas dos dependencias entorpece las investigaciones y hace que los delincuentes, femicidas y abusadores tengan más probabilidades de quedar en la impunidad, más en Guatemala, donde el 82 por ciento de casos se estancan en la etapa preparatoria.

El hecho de que el cuerpo de Pamela haya sido identificado, no obedece al actuar de las autoridades, obedece a la incansable lucha de la familia en busca su paradero, de no ser por eso, su cuerpo estaría enterrado como xx.

A la fecha, el Ministerio Público no ha solicitado juez contralor de la investigación. Por el hecho de no haber suficientes elementos para determinar que realmente fue un femicidio, un juez puede rechazar el caso, sin embargo, de acuerdo con los Tratados y Convenios Internacionales, toda muerte de mujeres debe tomarse como un femicidio hasta que se esclarezca su verdadera situación jurídica.

Avanzar en el acceso a justicia requiere esfuerzos orientados a dejar los estigmas sociales que se tienen hacia las mujeres, no solo por parte de la sociedad, sino de las mismas instituciones que se encargan de recibir las denuncias, no replicando el discurso de “se fueron con el novio”, la vida y la integridad de las mujeres no son un juego.

Durante el año 2021, la cantidad de alertas Isabel Claudina, pasaron de ser 4 a 6 diarias, demostrando que no se ha podido frenar la violencia sistemática en contra de las mujeres.

Pamela podríamos ser tú o yo. No podemos seguir en silencio, debemos levantarnos, pelear, en las calles, en las plazas y en los tribunales, sólo de esta forma lograremos un cambio en el sistema porque #TodasSomosPamela.

La narración de esta historia, nace desde la voz del corazón y expresa el sentir de la familia Molina.

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